Categorías
Ifa

Ojuani meyi. Los olodus o apóstoles de Orunmila (1)

tablero santeria.fr En diferentes artículos encontrareis las parábolas sobre los trabajos de los dieciséis apóstoles u olodus de Orunmila, tanto en el cielo como al bajar a la tierra. Publicamos los artículos, siguiendo el orden de los odus de Ifa, empezando por Eyiogbe y acabando por Ofun. Siguiendo ese orden continuamos con los trabajos de Ojuani Meyi. Dada la extensión de los trabajos de algunos olodus, los publicaremos en varios artículos.

Ojuani meyi hace adivinación para los hombres

El trabajo más importante que Ojuani meyi hizo en el cielo fue la adivinación que realizó para los hombres Fefe y Ale (el viento y el suelo) cuando estos venían hacia el mundo. El les aconsejó que hicieran sacrificio con una hoja de palma, una pluma de cotorra y una oveja a sus ángeles guardianes y que dieran un chivo cada uno a Eshu. Ale que era muy calmado, paciente y muy buen oyente rápidamente hizo los sacrificios. Fefe por otro lado, estaba lleno de electricidad y era tan engreído que no consideró necesario hacer sacrificio alguno.

Ambos partieron hacia la tierra al mismo tiempo. Al llegar al límite entre el cielo y la  tierra tomaron caminos diferentes. Ale tuvo mucho éxito en la tierra, donde se convirtió en el ancla de salvación de las criaturas vivientes de dios.

A ellos se les había dicho en el cielo que vivirían para siempre si hacían los sacrificios. Como Ale fue el único que había hecho sacrificio, resultó que cada planta o animal que  venía al mundo tenía primero que ofrecerle sus respetos, tocando el suelo con su cabeza. Fefe, por otra parte, no pudo vivir una vida tranquila en la tierra, su morada fue efímera, porque se dedicó a ir y venir entre el cielo y la tierra. Esta es la razón por la cual el suelo tiene una existencia estable y permanente en la tierra, mientras que el viento no solamente es invencible, sino que no tiene existencia conocida. Su presencia solo se puede sentir, no se puede ver.

 Ojuani meyi se prepara para venir al mundo

 Al ver que la gran parte de sus hermanos mayores se había ido, el también decidió que ya era hora de venir y ver como era la tierra. Aquellos que habían venido antes que él habían ofrecido un informe sobre la situación de las cosas en la tierra. El tenía tanto miedo por las historias de mala suerte contadas por otros, que decidió que antes de venir a la tierra debía fortalecerse.

Se acercó a un sacerdote de Ifa en el cielo llamado Oshukpa, quien hizo adivinación para él. Se le aconsejó que hiciera sacrificio con tres ratas, tres pescados, tres chivos, tres machos cabrios, tres gallos y dos perros, de la forma siguiente:  dos machos cabrios para Eshu Obadara, un macho cabrio para Eshu Jelu, un chivo para Orisa, un chivo para Ifa, un chivo para Sarab, un perro para Oggun, un perro para Obalofun, un gallo para Uja atikiriji, un gallo para Osonyin, un gallo para enemistad.

Se le dijo que iba a pasar tres pruebas durante el tiempo que estuviera en la tierra y que estos sacrificios eran necesarios para poder sobrevivir. Se le dijo también que iba a llevar una vida próspera, pero que la muerte siempre estaría tras su rastro con un garrote. Igualmente en el gráfico de su vida estaba el riesgo de una enfermedad muy larga e incapacitante. Al final de las dos pruebas estarían la prosperidad y la riqueza.

El hizo todos los sacrificios. Debido al elaborado sacrificio que hizo a Eshu, comenzó a ver los buenos efectos del mismo, incluso antes de partir hacia la tierra.

Tan pronto como Eshu se comió su macho cabrio, el retiró el cráneo del perro dado a Oggun y lo puso a la entrada de la cama del rey de la muerte. Mientras tanto, Oggun   estaba buscando el cráneo del perro que se había comido y así llego hasta la casa del rey de la muerte, quien en ese momento había salido a cumplir sus tareas diarias en la  tierra, en busca de alimentos. Oggun vio al rey de la muerte en algún lugar de la tierra y lo capturó. No es necesario decir que Oggun es más fuerte y más malo que la muerte.

Oggun acusó a la muerte de robo e ingratitud, y la muerte alegó que no estaba satisfecha con la carne humana que él le traía producto de accidentes todos los días y que también había comenzado a codiciar la comida favorita de Oggun: el perro. La muerte, viéndose  en desventaja en un combate con Oggun, desapareció como suele hacerlo. Oggun por otro lado no tiene la capacidad de desaparecer, no obstante, corrió rápidamente de regreso al cielo para encontrarse con la muerte en casa de esta. Cuando Oggun se encontró con la muerte en su casa, comenzó a atacarla con su machete. La muerte, que es  una  divinidad alta y gruesa, hallando que el castigo era demasiado para ella gritó para que todos los perros del cielo fueran reunidos. Sus seguidores recolectaron 201 perros e inmediatamente asaron a 7 de ellos para Oggun quien entre tanto había destruido muchas vidas y propiedades en el cielo.

Cuando Oggun estaba castigando a la muerte, la esposa de la muerte, la divinidad enfermedad, recibió lesiones de la estampida y no pudo seguir a Ojuani meyi hasta la  tierra, como había planificado. Fue durante el furor en el cielo que Ojuani meyi se escapó de allí e inició su viaje a la tierra. Cuando el polvo se asentó y Oggun hubo dejado a la  muerte en paz, Ari y Aje  (larga  vida y  prosperidad),  pudieron acompañar a Ojuani meyi al mundo. Es significativo observar como los sacrificios hechos por Ojuani meyi comenzaron a manifestarse distrayendo la atención de los obstáculos que lo hubieran molestado en la tierra. Es por eso que los niños y seguidores de Ojuani meyi están dotados de riquezas, larga vida y prosperidad, siempre que sean capaces de hacer el mismo sacrificio que el hizo antes de ir del cielo hacia la tierra.

Ojuani meyi ata las manos de sus enemigos

Justo antes de abandonar el cielo, el se encontró con otros sacerdotes de Ifa. Ellos aconsejaron que hiciera sacrificio para evitar ser victima de una conspiración cuando estuviera en la tierra. El debía dar un macho cabrio a Eshu la víspera de su partida. Después de esto, el hizo una comida con un chivo de color gris para los awoses viejos del cielo y todos les dieron sus bendiciones prometiéndole apoyo eterno mientras estuviera en la tierra. Finalmente fue a ver a dios en busca de bendición y autorización. Llevó un pedazo de tela blanca, un gran pedazo de yeso, una pluma de cotorra y dos nueces de kola blancas. Dios recibió las ofrendas y le trasmitió sus buenos deseos, autorizándolo así formalmente a que partiera hacia la tierra.

Salió del pueblo de Oyo y se dedicó a su arte de Ifa mientras también comerciaba. Al principio tuvo éxito en ambas vocaciones, pero su prosperidad pronto comenzó a provocar envidia en los sacerdotes de Ifa más viejos. Muy pronto estos comenzaron a  confabularse en su contra. Hicieron una adivinación colectiva acerca de lo que tenían que hacer para reducir la popularidad de Ojuani meyi.

Finalmente decidieron ir a verlo en busca de adivinación acerca de lo que había que hacer para destruirlo. El les dijo que hicieran sacrificio con un chivo al Ifa de él y un macho cabrio a Eshu. Mientras tanto Eshu lo alertó de que se estaba haciendo sacrificio en su contra y el le contestó a Eshu que ya lo había visto durante la adivinación que había hecho para ellos y que sabia lo que tenia que hacer para dar jaque mate a sus  maquinaciones. Ellos no regresaron para los sacrificios.

Entre tanto, había llegado el momento de la festividad anual de las deidades del pueblo. Los conspiradores invitaron a Ojuani meyi a acompañarlos a las ceremonias. Ellos habían cavado un hoyo en el camino que conducía al sitio de la ceremonia, esto es, al santuario de la deidad. Esperaban que el tomara por ese camino, mientras que ellos irían por otro diferente. Era costumbre que los visitantes del santuario llegaran y se marcharan por caminos diferentes. Después que la conspiración se hubo desplegado ante él, Ojuani meyi les dijo que a él le estaba prohibido visitar cualquier santuario que no fuera el de Orunmila, pero ellos respondieron amenazándole con expulsarle del pueblo si no asistía a la ceremonia donde los visitantes tenían que permanecer 14 días. Era costumbre que llegaran allí en grupos, pero regresaran a sus casas por separado. En el día número 14, todas las ceremonias llegaron a su fin y llegó el momento de separarse. Los conspiradores le dijeron a Ojuani meyi que siendo un neófito el debía ser el primero en partir de regreso al hogar, era así como ellos esperaban tentarlo para que cayera en el hoyo que habían camuflado en el camino. Cuando el se acercó al lugar donde estaba el hueco oculto, Eshu transformó el cráneo de macho cabrio con el cual el había hecho sacrificio en un obstáculo en el suelo, Ojuani meyi chocó su pie contra el obstáculo  instalado por Eshu, saltó sobre el hoyo y continuó sin peligro su viaje hacia la casa.

Mientras tanto, Eshu tapó el hueco cavado por los conspiradores y abrió otro junto a la  salida de la puerta principal del santuario; mucho después que Ojuani  meyi se había ido, los conspiradores decidieron irse uno a uno. No tenían motivo para sospechar la presencia de otro hoyo justo a la salida del santuario donde Eshu había instalado el cráneo del macho cabrio como un obstáculo muy cerca del hueco. El primer conspirador tropezó con el obstáculo y cayó en el hoyo. Acto seguido Eshu preparó el hoyo para el  conspirador siguiente hasta que todos ellos se hallaron seguros en la tumba sin fondo cavada por Eshu. Una vez que el último conspirador se hallaba en el hueco, Eshu lo selló como si allí no hubiese sucedido nada. Fue así como los conspiradores desaparecieron sin quedar el más leve indicio de la tragedia que allí había sucedido. Desde ese día Orunmila ordenó que quien quiera que fuera en busca de salvación a su santuario, lo debería hacer con el corazón limpio debido a que los perversos podrían no regresar vivos.

Poco después hubo una barahúnda total en Oyo cuando muchas familias comenzaron a buscar a sus familiares perdidos. El pueblo decidió ir en busca de una adivinación en  masa; nuevamente fueron a buscar a Ojuani meyi, quien después de la adivinación reveló que el rey de la muerte había enviado mensajeros para secuestrar a todos aquellos que habían regresado del santuario y que tuviesen malas intenciones. Les reveló que fue a causa de esa visión que él les había dicho que antes de partir hacia el santuario ofrecieran un chivo al Ifa de él y un macho cabrio para Eshu, para que alejara el peligro, pero ellos no regresaron para llevar a cabo el sacrificio. También les aconsejó que el  sacrificio todavía había que hacerlo para poder comprar las vidas de aquellos que a estas alturas estaban demasiado atemorizados para abandonar el santuario. Los sacrificios fueron hechos rápidamente y fue solo entonces que Eshu aclaró el camino para los festejadores que quedaban en el santuario que querían regresar a salvo a sus casas. Cuando la ventisca pasó, Ojuani meyi hizo una gran comida donde festejó con un canto en alabanza de los sacerdotes que adivinaron para él en el cielo así: “a los ancianos de Oyo se les dijo que hicieran sacrificio, pero ellos lo ignoraron. A mi se me dijo que hiciera un sacrificio similar, yo escuché e hice el sacrificio. Yo tropecé y sobreviví, porque hice el sacrificio. Otros tropezaron y murieron. Aquellos que hacen sacrificio de manera infalible reciben la salvación.”

La experiencia de Ojuani meyi como comerciante

Su primera prueba como sacerdote de Ifa lo impresionó tanto que pensó dejar la práctica y dedicarse a una vocación menos contradictoria. El estaba sorprendido por la enemistad engendrada por el éxito y los logros alcnzados mediante el arte y las prácticas de Ifa y decidió limitar sus actividades al comercio.

El se encontraba comerciando con la divinidad del agua pero como no había hecho los  preparativos adecuados antes de embarcarse, sus esfuerzos fallaron de manera desastrosa y perdió todo su dinero quedando profundamente endeudado. Entonces se  acercó a la cotorra en busca de ayuda, pero la cotorra le dijo que ella también estaba  endeudada hasta el cuello. La cotorra le propuso que como nadie nunca acudía a dar ayuda financiera a los deudores, ellos debían comenzar a practicar el arte de Ifa.

Decidieron irse de Oyo y dirigirse a otro pueblo donde no los conocieran.

Ojuani meyi tenia un jabón de buena suerte que no lo ayudaba en actividades de  comercio, sin embargo cuando se lo daba a otros para que lo usaran, resultaba  completamente eficaz y aquellos que lo utilizaban regresaban a expresarle su gratitud con abundantes regalos. Su asociación con la cotorra dio buenos resultados y juntos  pudieron ayudar a varias personas y prosperar en sus actividades comerciales. Es por esto que se dice que un médico puede curar a otros, pero no a si mismo.